lunes, 26 de abril de 2010

Un pacto de sangre

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Un pacto es una alianza, en la cual ambas partes asumen el compromiso de hacer o no hacer determinadas acciones. En virtud del pacto, los participantes quedan comprometidos mutuamente y se deben fidelidad.

La historia de los pactos de sangre se remonta a los albores de la humanidad; a lo largo de la historia, la necesidad de establecer alianzas duraderas fue generando rituales, que sacralizaran y reforzaran los acuerdos. Se hablaba de pactos de sangre realizados con el Diablo, en los cuales hombres y mujeres ofrecían ya sea su sangre o la de una víctima inocente, para sellar un acuerdo que les otorgara poder, riquezas u otros beneficios.

También era (y es) habitual establecer alianzas entre familias, enlazando las sangres a través de un matrimonio acordado y una descendencia común. En épocas de monarquías hereditarias, los matrimonios arreglados aseguraban ampliación de poder y territorios.

En ambientes criminales, un pacto de sangre significa que todos se ensucian las manos, de modo tal que ninguno pueda delatar a los otros sin caer él mismo.

Así sucedió en la última dictadura militar, donde se hacían rotaciones de personal, para que todos pasen en algún momento por los campos de concentración y exterminio desparramados a lo largo y ancho del país.

Ahora, estamos a punto de dilucidar uno de los más perversos pactos de sangre: la entrega de dos vidas inocentes a manos de la propietaria de uno de los medios de comunicación más influyentes de la época, al inicio de la dictadura.

Cuando esto se compruebe, nos faltará aún saber cuáles fueron las monedas del intercambio. Poder y riqueza, seguro. Silencio y complicidad con los crímenes, también. Propaganda descarada acerca de los beneficios del "orden", evidentemente.

Miles de vidas humanas inocentes sacrificadas en medio del silencio cómplice; dos vidas humanas inocentes entregadas a cambio.

Hoy, son los mismos que ayer. No quieren la ley de medios, no quieren los juicios a los genocidas; siguen activas muchas cláusulas del pacto.

Hoy, lo que se sigue peleando, 34 años después del inicio de la dictadura, es la completa desarticulación de los pactos de sangre que continúan vigentes.

A ellos los unen el silencio y la vergüenza, mientras que a nosotros nos unen la memoria, la verdad y la justicia.
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