jueves, 28 de octubre de 2010

Esto también lo hiciste vos



Hoy lloraba en el colectivo leyendo en Tiempo la columna de Lucas Carrasco, mientras viajaba a la Villa Ibañez, de Morón Sur, a terminar el cierre del censo. Tengo unos años más que Lucas, y me acuerdo de cuando murió Perón: yo estaba en la escuela y una ronda de chicos en el patio se dividía entre quienes lloraban y quienes se burlaban de los que lloraban. Fui y me peleé a los gritos con los burlones irrespetuosos.

36 años después, me emocioné y me estallaron las lágrimas al caer en la cuenta de que no nos vamos a olvidar de dónde estábamos cuando murió Néstor. En mi caso, en la misma villa en la cual militaba en los ochenta, pero esta vez como parte del Estado municipal, y censando. Censando mientras nos abren sus puertas personas bañadas en lágrimas y entonces nos miramos, llorosos, como sabiendo que somos parte de la misma historia. Recibiendo tanto amor en ese día tan triste... nos reciben con los brazos abiertos, quieren ser censados, dicen que hay que bancar a Cristina, nos preguntan qué va a pasar con la Asignación Universal, con las Cooperativas.

En un momento de la tarde, recordando algunos argumentos anti K de grupos de amigos de clase media, un compañero me preguntaba si sería que realmente el país había mejorado tanto o que nosotros estamos en una burbuja. "Mirá afuera", le dije, "los vecinos en las puertas de sus casas, esperando a los censistas, los chicos jugando en la calle, perros, bicicletas, todo en paz, todo bien. Acordate de este barrio en 2001."

La única verdad es la realidad, una vez más.

viernes, 22 de octubre de 2010

Y hay sangre en las manos de los mismos de siempre

Qué poco importa todo. Qué poco la vida, qué poco la muerte.
Estadísticas, fórmulas. Mueren, matan, son matados. Hombres y mujeres, niños y niñas, todos los días mueren, de falta de cuidado, de pobreza obligatoria, de saqueo moral, de ilusiones aplastadas, de techos con agujeros, de días sin motivo.
Muertes cotidianas, muertes invisibles.
Que también tienen autores.
Autores que matan por poder, por riquezas, por política o porque sí.
Con balas o con exclusión.


Hoy es Mariano, cayendo herido de muerte mientras pedía nada más que lo justo, baleado por los que siempre se llevan todo. Antes Matías, a quien le cerraron las puertas por culpa del miedo inyectado diariamente. Y antes, y después, y siempre, pero siempre, los muertos son del pueblo.

Y hay sangre en las manos de los mismos de siempre.

sábado, 16 de octubre de 2010

Los 33 occidentales



¿Qué fue lo admirable? ¿Qué fue lo que nos conmocionó?
La situación terrible de los mineros, en Chile y en todo el mundo. Puede ser.
La tecnología utilizada para el rescate, la sincronización de los rescatistas. Sí, un poco.
La exposición mediática de los 33, que los distingue de otros millones que mueren ignorados todos los días, y que les da sus cinco minutos de fama. Claro, es evidente.
La opresión de clases simbolizada en ese "accidente", accidente originado por la codicia de quienes los explotan. También, también.

Pero lo que nos hace temblar y estremecernos, y que trasciende las tecnologías y las clasificaciones, quizás ande cerca de otras cuerdas más primitivas, terriblemente humanas.
Que hayan sobrevivido los primeros 17 días, solos, aislados, con escasísimo alimento, sin saber siquiera si alguien los buscaba, atrapados en medio de una de las pesadillas ancestrales más humana: ser enterrado en vida. Que hayan sostenido a rajatabla un racionamiento espartano, enloquecedor, que mantuvo sus estómagos funcionando con el solo aporte de un par de cucharadas de atún diarias. Que hayan logrado arreglárselas para sobrevivir, sólo sobrevivir, sin ninguna certeza de futuro, porque la vida es más fuerte, y porque no está muerto quien pelea. Que hayan construido liderazgos y repartido roles, mucho pero mucho antes de que los equipos de psicólogos y los expertos de la NASA acudieran a decirles qué hacer. Que lo hayan hecho así, con la sabiduría del pueblo, con el uso de todo lo humano y lo comunitario, de lo que viene desde que la humanidad habitaba cavernas como esa y era sometida a fuerzas naturales que no dominaba. Y que lo hayan hecho con la palabra, con la cultura, con las historias individuales, con la historia colectiva, negociando, argumentando, peleando también, por qué no. Organizándose.
Para poder decir: "Estamos bien los 33"

Las vidas complejas y humanas de los 33, la organización popular, la historia brotando de la tierra, la dignidad de un líder golpeado por el terrorismo de Estado, que resurgiendo de su propia tragedia, le dijo al Presidente de la sonrisa: "Señor, que esto no vuelva a pasar".

No nos han vencido, mierda!