miércoles, 16 de septiembre de 2009

Ley de medios, que apunta a algunos fines

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Como siempre, sostengo que no se puede (repito, NO SE PUEDE) construir poder popular en base a manejos palaciegos y negociados para beneficio personal. Pero a falta de esa construcción, o por su deficiencia, no vale destruir lo que sí está bien, como están haciendo muchos que se oponen a la ley de medios. Y que pongan la excusa que quieran poner. Defienden lo indefendible...
"Qué querés que haga"... frase vergonzante...
"La banalidad del mal" de Hanna Arendt, habla de eso, de que la maquinaria nazi no se movió gracias a genios maléficos, sino gracias a una enorme cantidad de empleados, engranajes burocráticos, que cada uno de ellos no hacía nada malo: uno compraba los trenes, otro armaba las vías, otro manejaba el camión, otro pasaba a máquina la lista de gente... Ninguna de estas acciones era criminal en sí misma.

Por eso, en medio de maquinarias desproporcionadas y mareas que nos sacuden para todos lados, lo que sigue valiendo es la ética de cada uno, el compromiso con lo que hacemos y decimos. Apoyo esta ley porque abre el juego, porque modifica un escenario que es terriblemente excluyente en cuanto a la circulación de la palabra de los más débiles.

No creo que este gobierno (ni ningún otro) sea garante de esa circulación, pero sé que el esfuerzo colectivo detrás de esta ley abre caminos para el futuro.
Es decir, en ésta, deseo que el gobierno le tuerza el brazo a Clarín. Como en la 125 quería que lo hiciera con los autodenominados representantes del "campo". No porque sea kirchnerista, ni porque apoye al gobierno en su conjunto. Pero sí por una cuestión de ser coherente con lo que entiendo son los grandes objetivos a los que tenemos que apuntar.

Y por tener clarito clarito quienes son los que están del todo en la vereda de enfrente!!!

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