lunes, 31 de mayo de 2010

Caos vehicular


Hubo indicios. Algo estaba pasando.
De a poco y como quien tímidamente asoma a algo que tiene miedo de que no sea verdad, el pueblo fue volviendo a la calle y a las plazas. El pueblo de a uno, cada uno en tanto pueblo, humildemente llevando su porción de pueblo para que conforme un pueblo más grande.
Primero pidiendo la palabra, como nos enseñaron en la escuela, permiso señorita, quiero hablar, quiero la ley de medios, quiero no tener que pedir permiso.
Las marchas por la ley de medios fueron más que marchas, fueron encuentros. El encuentro de estos pedacitos de pueblo que supieron, como sólo sabe el pueblo, que tenían que ser más pueblo que nunca si querían hablar de las cosas del pueblo y no ser hablados por otros que no tienen nada de pueblo.
Después, las autopistas informáticas también fueron piqueteadas por el pueblo. Y cada uno en tanto pueblo, aportó ahí también su pedacito de pueblo, y el pueblo se enlazó, y desbordó la Internet para mostrarse como pueblo en plazas de todo el país, en Obeliscos, generando caos vehicular, reclamando leyes del pueblo, acompañando al gobierno del pueblo, festejando el reencuentro del pueblo, de los pueblos, de cada pedacito de pueblo que vino o que aún no vino a fundirse con el pueblo.
Hubo encuentro y para el pueblo el encuentro es fiesta. Hubo fiesta. Hubo pueblo, otra vez.

Y un día fueron millones.
Feliz Bicentenario.
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